Autor: Staff
De Privilegio a Hilos
La tercera adaptación mexicana de la telenovela Cristal
(1985) original de Delia Fiallo llegó a la señal de Las Estrellas con
el nombre de Los Hilos del Pasado. La producción es de José Alberto
Castro y la adaptación y libretos son de él mismo con Vanesa Varela
con coadaptación de Patricio Sáiz y Fabiola López Neri. En los
créditos se menciona que los libretos están basados en la adaptación que Liliana
Abud hizo de El Privilegio de Amar (1998).
La pareja romántica está formada por Bárbara López
(en su primer papel protagónico) y Emmanuel Palomares. Los apoyan Yadhira
Carrillo en su regreso a las telenovelas y Eduardo Santamarina. Los
antagonistas son Natasha Dupeyrón y Mark Tacher.
En el capítulo inicial vimos que, en el presente, Carolina
Guillén (Yadhira Carrillo) recuerda su pasado. La acción se traslada al
pasado cuando ella era una humilde costurera (Gia Franceschi) que hacía
trabajos para la familia del joven Salvador (Manuel Duarte) quien se
preparaba para partir al seminario. Entre Salvador y Carolina surge algo más
que una amistad y tienen relaciones la noche anterior a su partida. Cuando nace
su hija, Carolina busca a Salvador, pero María Luisa (Azela Robinson), la
madre del joven, le cierra todas las puertas. Al no tener medios para
mantenerla, Carolina decide dejar a su hija en las puertas de una mansión y
minutos después se desmaya en la calle.
Sí pero no
Tomando en cuenta que se estrenó hace semanas en Univisión
y en ViX, el arranque de Los Hilos del Pasado en México careció
de esa expectativa que se produce al ansiar un producto nuevo.
La trama -ya por TODO MUNDO conocida- respetó las versiones
anteriores y sobresalieron las actuaciones de Gia Franceschi y Azela
Robinson. Algo que nos dejó asombrados fue el excelente casting de Duarte
como la versión joven de David Zepeda.
Lo peor del capítulo fue la horrorosa actuación de Rodrigo
Murray como el padre de Salvador y la mafufada de que un seminarista novato
se puede ordenar sacerdote en nueve meses.
La endeble situación de Salvador como un joven que se va al
seminario pero siente deseo por Carolina, y de ella que sabe que se va ordenar
sacerdote y como quiera se entrega a él, quedó a deber. La forma en que
plantearon su situación los dejó ver como unos verdaderos hipócritas.
Triste panorama pinta con Los Hilos del Pasado. Todo
se siente producido por la misma maquinita de hacer telenovelas genéricas. No
hubo diálogos conmovedores, ni un gancho diferenciador para aquellos que nos
sabemos de memoria la trama original, ni lucimiento visual, ni dirección de
escena atrapante. Todo fue plano y como una más del montón de telenovelas que
nadie recordará en un par de años.
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